El pasado 20 de noviembre la Academia de Geografía e Historia de
Nicaragua le tributó un homenaje a don Sofonías Salvatierra (1882-1964), uno de los
más importantes historiadores centroamericanos del siglo XX, a los
cincuenta años de fallecimiento. Pablo Kraudy, Fidel Ernesto Narváez
Espinales, Aldo Díaz Lacayo y yo desarrollamos respectivamente sus
facetas de pensador, político y los aspectos más sobresalientes de su
vida.
Su moderna concepción historiográfica
Sobre todo por nuestra academia, a cuya fundación contribuyó como
vicepresidente de una inicial Academia Nacional de Historia en 1933 (la
presidencia fue destinada al arzobispo de Managua, José Antonio Lezcano y
Ortega). Así, el 2 de octubre del mismo año, don Sofonías expresaba su
moderna concepción historiográfica, afirmando que en dicha academia “se
logrará sin duda cambiar la forma y el fondo con que ha sido escrita
hasta hoy la historia de nuestro país, sacándola de la unilateralidad
que le marca nuestra política constantemente sectaria y personalista,
para enmarcarla en el cuadro integral de la nación. El concepto de la
Historia ha cambiado profundamente en el sentido de avance, debido a las
luces cada vez más claras de la filosofía y el prodigioso desarrollo de
los estudios etnográficos, de la economía política, y en general de la
sociología. El moderno historiador no se inclina hoy a ver en los
acontecimientos humanos meras acciones de los individuos que las
ejecutan, sino que, en fuerza de la vida cada vez más colectivizada de
los pueblos, observa en aquellos acontecimientos verdaderos fenómenos
sociales”.
En 1936, Salvatierra ingresó a la AGHN como miembro de número. De
1943 a 1948 se desempeñó como vicepresidente de la junta directiva, y de
1951 a 1961 fue su secretario. Cinco sumaron sus colaboraciones en la
revista de la academia (“La Costa de los Mosquitos. Episodio de doña
María Manuela de Rodríguez”, “La fundación de la villa de Rivas”, “Los
ferrocarriles de Nicaragua”, “La navegación a vapor en los lagos de
Nicaragua” y “Los aguadores de Nicaragua”), investigaciones aun no
superadas.
Un reconocimiento en 1971
El 8 de septiembre de 1971, durante mi incorporación a la AGHN, tuve
el privilegio de reconocer dos de sus principales aportes
historiográficos, de acuerdo con la introducción de mi discurso,
publicado en La Prensa del 3 de octubre de ese mismo año:
“…deseo rendir homenaje a un nicaragüense de considerable presencia
en estas lides: don Sofonías Salvatierra, quien nunca ha recibido la
valoración que de todos merece. Uno de los fundadores y vicepresidente
de esta Academia, fue el primero de nosotros que utilizo los fondos
documentales del Archivo de Indias, en Sevilla, España; de esta manera
limpió nuestra historia de muchos errores que siguen repitiéndose y
promovió con su labor la investigación científica que aún nos hace
falta. Monumental, en verdad, es su ‘Contribución de la historia de
Centroamérica’, integrada por 32 monografías distribuidas en dos tomos
que suman más de mil nutridas páginas. Nuestra época, asimismo, debería
reconocer su militancia en la causa de la patria, que es y será siempre
la del ‘General de hombres libres’. A quien escribió ‘Sandino o la
tragedia de un pueblo’ vaya mi reivindicación y evocación.”
Dos rescates de Aldilà
Pero el único historiador actual que ha rescatado la obra de Sofonías
Salvatierra es Aldo Díaz Lacayo, gestor de una edición integrada por
dos títulos: ‘La gloria aparente’ (1926) y ‘El mayor peligro hace un
siglo en Centroamérica’ (1957); me refiero a ‘La guerra nacional’
(2005). Asimismo, asumió realizar una reedición: ‘Sandino o la tragedia
de un pueblo’ (2013). No es preciso referir la evidente trascendencia de
este volumen.
‘Obrerismo y Nacionalidad’
Me limitaré a destacar la obra de don Sofonías ‘Obrerismo y
Nacionalidad’ (1928): orgánica y pionera en su materia. Aparte de una
exposición de las organizaciones obreras del mundo, en el pasado y en el
presente, y de sus ideologías, contiene un diagnóstico del proletariado
urbano y campesino del país. En relación con el agrarismo, su autor
opinaba: “Nosotros en Centroamérica, a excepción de la región
salvadoreña, de pequeña capacidad territorial y muy densa población, no
tenemos otro problema agrario que el de conservar las abundantes tierras
despobladas que poseemos, defendiéndolas de la voracidad del político
profesional que las vende al extranjero como mercancía abarrotada”. Sin
embargo, planteaba: “En el Obrerismo Organizado de Nicaragua hemos
sentado el principio de que el suelo y el subsuelo son de la nación, y
de que las tierras deben ser repartidas de modo que cada familia posea
su heredad. Nosotros pensamos que la tierra es del hombre y cada hombre
debe tener su parcela…”
Labor en el ‘Grupo Patriótico’
Pero la mayor actuación política de Salvatierra fue su exitosa misión
en Las Segovias para obtener la paz con Sandino, precedida de las
acciones del ‘Grupo Patriótico’ —integrado por ciudadanos honorables—
con el fin de conciliar a los partidos y postular la representación de
las minorías en el gobierno y la reforma de la constitución. Todo ello
ante un nuevo escenario: “La intervención armada de los Estados Unidos
en Nicaragua, que duraba casi más de 20 años, estaba próxima a terminar.
Había sido anunciado el retiro total de los soldados interventores y
era forzoso para la ciudadanía responsable promover el reajuste cívico
de los partidos políticos sobre bases democráticas y con las miras de un
patriotismo sincero”. En esa iniciativa Salvatierra actuaría de
secretario, tarea para la cual lo elevaron al grado 30 sus hermanos
masones.
Producción escritural
A su retorno a finales de 1937 de El Salvador, donde permaneció casi
tres años exiliado, don Sofonías recibió de sus mismos hermanos el grado
32. Desde entonces vivió consagrado a la enseñanza, al trabajo de su
modesta tipografía “Progreso” y a la escritura y producción de libros y
folletos personales, 39 en total, incluyendo reediciones. Cinco
temáticas revelan: una tendencia partidaria que abarcó tanto la
minimización del héroe nacional José Dolores Estrada como el panegírico
de Máximo Jerez. Otra representativa de una acuciosa investigación que
produjo su ‘Contribución a la historia de Centroamérica’ (1939) y su
‘Síntesis histórica de la Costa de los Mosquitos’. Una tercera de
carácter didáctico, manifestada en sus libros de texto para la enseñanza
secundaria: ‘Compendio de historia de Centroamérica’, que alcanzó cinco
ediciones antes del fallecimiento de su autor; y ‘Apuntes de
psicología’.
La cuarta dirección de su obra fue la ensayística, que admite
dividirse: a) en aspectos ideológicos, o más bien idealistas, abordados
por él en ‘Ideales y esperanzas’ (1914), ‘La evolución de la doctrina
liberal’ (1916), ‘Los partidos políticos y la patria’ (1918), ‘Azul y
Blanco’ (1919), ‘Comentarios’ (1941), ‘Ideologías’ (1946) y ‘Hechos e
ideas’ (1948); b) en indagaciones de índole filosófica o política,
tendiente a un pensamiento continental: ‘Sobre la formación de una
cultura propia, a la luz de Descartes, América y la democracia’ (1937) y
‘Por el mañana superior de América Latina’ (1951); y c) en estudios
sociológicos: ‘Obrerismo y Nacionalidad’ (1928) y ‘Ensayo sobre la clase
media en Nicaragua’ (1950), también pionero y escrito en enero de 1949
para la Unión Panamericana. Ahí se lee: “La [clase] media se considera a
sí misma como tal y hasta muestra orgullo de reconocerse como la que
aporta la luz y la energía viviente, renovadora y orientadora del todo
social”. Y ahí, asimismo, hace suyo el pensamiento del francés Pierre
Mabille (1900-1952): “Las formas políticas no son una simple expresión
de la realidad económica y una traducción directa de las relaciones que
existen de unas clases y otras”.
Finalmente, la quinta dirección corresponde a sus testimonios
personales, de gran valor histórico: ‘Sandino o la tragedia de un
pueblo’ (1934) —del cual existen ya cuatro ediciones— y ‘La verdad os
hará libres’ (1935).
El 22 de noviembre de 1964 don Sofonías Salvatierra falleció de
embolia cerebral en su casa de habitación, barrio El Calvario, Managua, a
los 82 de edad.
Semblanza personal
¿Cómo había sido en su vida cotidiana? El periodista Edgardo Prado,
tras visitarle en 1946, anotó que “sentado en una confortable poltrona,
se mantiene en el corredor de su casa recibiendo las constantes visitas
de sus amigos y parientes. Al entrar en aquel recinto sagrado de
sapiencia, deben enmudecer todos para escucharlo. Maneja la palabra con
una habilidad asombrosa; nos narra interesantes capítulos de nuestra
historia; nos comenta las enseñanzas de Cristo, nos interpreta viejas
filosofías y religiones, nos cautiva con sus citas de poetas y músicos
[…] Sabe jugar póker. Sabe perder pequeñas cantidades de dinero en la
mesa verde del Club Internacional con la imperturbabilidad de un
filósofo que conoce que el dinero es materia vil. Y sabe también
discutir, con encendido entusiasmo, a Kant y a Spengler”.
Añade hiperbólicamente Prado: “Sofonías Salvatierra es uno de los
masones más destacados del mundo. Su actuación en la Logia es
incomparable; las conferencias que ha pronunciado en el Templo Masónico
de Managua lo califican de hombre que ha entrado en los dominios de los
grandes iniciados”. Y puntualiza: “Don Sofonías tiene un vicio: fumar
cigarrillos puro de exquisita planta. No bebe ni mujerea. No acostumbra
hablar mal del prójimo ni de ponerlo en ridículo. Es persona seria: no
soporta el roce final de la broma. Su bolsa está abierta, en la medida
de sus recursos, para atender las necesidades de los semejantes. Odia la
mentira y la charlatanería. Es a veces orgulloso e impetuoso. Pero
luego recapacita y vuelve a adquirir su condición natural de hombre
manso, humilde y modesto”.
Fuente: -http://www.elnuevodiario.com.ni/suplemento/cultural/5797-sofonias-salvatierra-1882-1964-pensador-e-historiador-de-centroamerica
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