Proverbio egipcio

“El reino de los cielos está dentro de ti; aquel que logre conocerse a sí mismo, lo encontrará” Proverbio egipcio

jueves, 26 de marzo de 2015

El Equinoccio de Primavera en la Masonería…!!!

Como en las leyendas en que reposan los Misterios y los cultos de los pueblos antiguos, los rituales de la iniciación masónica en sus tres grados simbólicos constituyen una alegoría de la marcha aparente del Sol por los doce signos del Zodiaco y sus evoluciones en el ciclo de uno año, así como sus efectos en la Naturaleza manifestados en la
Primavera, el Verano, el Otoño y el Invierno.
El astro rey, constructor de la Naturaleza a la que fecunda con su calor y la alumbra con su luz, nace, crece, muere y resucita en un ciclo perpetuo sobre el firmamento.
Es el principio generador imagen de la vida y de la fecundidad, que rejuvenece y perpetúa al mundo.
GRADO DE APRENDIZ MASÓN
Esta primera etapa de la iniciación masónica representa dramáticamente el origen, el nacimiento del Sol y tiene lugar en el periodo comprendido del 21 de diciembre al 21 de marzo, del Solsticio de Invierno al Equinoccio de Primavera.
Procedente de la oscuridad, que hace referencia a la constelación de Capricornio, el Sol nace renovado y recorre los signos de Acuario, Piscis y Aries, llegando al Norte o Septentrión.
Después de haber enfrentado la muerte aparente en las profundidades del Cuarto de Reflexiones, el candidato a Aprendiz de Masón ingresa a la Logia renacido y purificado por el elemento Tierra.
Vendado, hundido en las tinieblas de la ignorancia, marcha pobre y desvalido, acompañado por el Hermano Terrible quien lo guiará en los tres viajes simbólicos o pruebas de purificación dentro del Taller:
Aire, Agua y Fuego.
A partir de Aries o el Carnero al inicio de la primavera, el Sol se desarrollará ante los ojos de la humanidad hasta llegar a su virilidad.
Aries, conocido también como el Cordero Reparador según los mitólogos, es el símbolo de la fuerza porque al entrar en él es cuando el Sol empieza a ser más fuerte y más caliente.
El Norte o Septentrión iluminado débilmente por la luz del Sol, es lo que mejor se aviene a los ojos del nuevo Aprendiz, que débiles aún, no podrían resistir la intensidad de sus fulgores.
En su defecto destella en la constelación de Tauro, una de las estrellas más brillantes del cielo, Aldebarán, considerada como la Antorcha de la Humanidad, para infiltrar en los noveles iniciados el amor que deben sentir los francmasones por sus semejantes y los sentimientos más delicados que inspiran la beneficencia y la abnegación.
Tauro, símbolo del trabajo, es el sitial que constituye la piedra más nueva en el recinto masónico. El iniciado Aprendiz como la Naturaleza aún informe, estéril o muerta, es la Piedra Bruta que se va a desbastar. Es el hombre ignorante e inculto, en su estado natural de barbarie y superstición.
Al integrarse nuevos miembros a la Logia irá avanzando hacia el Poniente en su columna y según pase el tiempo avanzará hasta recibir más luz y calor, cuando le den el premio a su constancia y al trabajo arduo que hizo en la constelación de Tauro.
GRADO DE COMPAÑERO MASÓN
Este grado representa el periodo del 21 de marzo al 21 de septiembre, del Equinoccio de Primavera al Solsticio de Verano. Al igual que el Sol que da forma y hermosura a la Naturaleza, el iniciado continúa simbólicamente su progreso masónico por las constelaciones de Géminis, Cáncer, Leo y Virgo.
Con el empuje de su trabajo en Tauro, el iniciado llega a Géminis para comprender que su ser que pensaba era uno, son dos, Materia y Espíritu. Es el significado de los Gemelos.
En la constelación de Cáncer el masón recibe más luz de la que obtuvo en los signos inferiores.
Es la imagen de la Piedra Cúbica, de la Naturaleza formada, fértil, que produce espigas, trigo, vino.
La masonería tomó al candidato para civilizarle y transformarlo en una piedra labrada, que es empleada en la construcción del sublime Templo de la Ciencia y la Virtud a cuya conservación se le ha llamado para
que trabaje como en su momento lo hicieron hábiles operarios bienhechores de la humanidad.
Al pasar por el Solsticio de Verano recibe la plenitud de la luz, lo que lo convertirá en un cometa con una cauda luminosa. Tal como ocurre en la Naturaleza, la luz que recibió el iniciado hace que de los frutos anhelados.
Después de pasar por la constelación de Leo, el Sol llega a la de Virgo, o sea al sitio donde la virgen sostiene en su mano una espiga floreciente, símbolo que anuncia el comienzo del tiempo de la cosecha.
Ahí la estrella más brillante de la constelación de Virgo se llama Spica, o sea espiga y de ahí la alegoría “como espigas de trigo”, propia de los masones del Segundo Grado.
En su quinto y último viaje para recibir el grado de Compañero, el iniciado será regresado de Virgo a Géminis porque a semejanza del Sol que ha disminuido su fuerza él ha menguado la intensidad de su progreso envanecido por los conocimientos adquiridos. En vez de seguir con el progreso, cayó en el ocio y retrograda a la manera del Sol.
GRADO DE MAESTRO MASÓN
En la alegoría solar, este grado representa el periodo del 21 de septiembre al 21 de diciembre, del Equinoccio de Otoño al Solsticio de Invierno. El recorrido aparente del Sol abarca de la constelación de Géminis a la de Capricornio.
En este grado la escena se obscurece porque el Sol baja en efecto a Occidente, a la región de la tinieblas. Es el descenso a los infiernos del que se hablaba en los Antiguos Misterios, que debería preceder al ascenso a los cielos y el retorno a la nueva vida.
El Sol declina hacia el ocaso para expresarnos en el lenguaje figurado que es vencido por las tinieblas, representadas a consecuencia de la misma alegoría, como el genio del mal, pero reapareciendo de nuevo sobre nuestro hemisferio, se nos presenta como vencedor y resucitado.
Esta muerte y resurrección alegóricas son imagen de las vicisitudes del día y de la noche; de la vida y la muerte; en fin, del combate eterno de los principios del bien y del mal, que se encuentran en todas las religiones bajo nombres y alegorías distintas.
Al final de las tres iniciaciones simbólicas, el masón llega otra vez al Invierno con la decisión de transmutarse de nuevo y ser un ejemplo con su cuerpo purificado que hace acciones cada día mejores en bien de todos los que habitan el universo.
Así como al árbol le salen brotes, después de las primera hojas en la Primavera, y para el Verano tendrá flores que en Otoño serán jugosos frutos, así el iniciado pasará por esta muerte y resurrección, para aplicar los conocimientos que vaya adquiriendo, no en provecho propio, sino de los demás, sintiendo ser útil a su prójimo, con los atributos
del nacido dos veces.
En este grado, el Templo de la leyenda masónica, casi terminado, representa al año que va a concluir y en el que el Sol recorrió ya las tres cuartas partes de su curso anual.
Alegóricamente, los tres meses de Otoño, Septiembre, Octubre y Noviembre, en los signos de Libra, Escorpión y Sagitario, conspiran en contra del astro rey y le asestan los tres golpes mortales en los tres puntos del cielo en que el Sol está más visible en su viaje diario: el Oriente, el Sur y el Occidente, la mañana, el medio día y la tarde.
Los nueve Compañeros faltos de constancia y virtud que inicialmente habían sido seducidos para la conspiración son los otros nueve meses del año.
El Sol que representa la Vida ha perdido sus fuerzas vivificantes y al ser asesinado precipita sus pasos hacia el Occidente.
La leyenda del Arquitecto del Templo es pues la alegoría de la marcha del Sol en los signos astronómicos inferiores, durante los tres meses que corren después del Equinoccio de Otoño en que ocurre su muerte aparente y su resurrección en el Solsticio de Invierno. Los tres meses sucesivos simbolizan a los tres Maestros que procuran levantarle y no lo consiguen hasta que emplean sus esfuerzos combinados (orden, ciencia y fuerza) al llegar la Primavera en el signo de Aries.
La marcha del Maestro Masón figura la del Sol desde el Equinoccio de Otoño, en que parece precipitarse de escollo en escollo, hasta el término de su carrera.
Pero a final de cuentas el Sol nunca muere, pues renace al término de su ciclo anual en la bóveda celeste.
La Palabra Perdida siempre es reencontrada.
El Bien siempre triunfa sobre el Mal como la Luz sobre las Tinieblas.
El Maestro Masón muere para el vicio y la ignorancia, pero renace a la Virtud y la Ciencia.
Sale del reino de la Ignorancia, de la Hipocresía y de la Ambición y vuelve regenerado a la vida.
Es un hombre perfeccionado y como tal debe ser modelo para los demás.
En lo esotérico, el Maestro Masón representa al Sol deificado.

Fuente: http://www.fenixnews.com/2015/03/24/el-equinoccio-de-primavera-en-la-masoneria/

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