“Estas cosas, oh
mistos cuyos oídos no están aún
purificados, recibidlas y no las repitáis a nadie. Yo, iniciado en los grandes
misterios cerca de Moisés, el amigo de Dios, no he dudado en acercarme” (Filón
de Alejandría, Cher., 49).
Debemos a un escritor del siglo IV, Gregorio de Nisa (135),
el desvelamiento de otro de los pasajes bíblicos que ha tenido singular
presencia en el simbolismo masónico y en las enseñanzas de los diferentes
grados. Se trata del episodio de la visión de Moisés ante la zarza ardiente en
el Sinaí que, por lo demás, es recogida en diversos catecismos masónicos.
Recordemos que Filón interpreta en la misma clave
metafísica los acontecimientos de la vida de Moisés. Retirado a la soledad del
desierto (ascesis), liberará a las siete hijas de Jetró (los cinco sentidos y
las dos potencias) de los malos pastores que quieren sustraerlas al dominio del
espíritu. También interpreta alegóricamente el matrimonio con Séfora como el de
la unión del espíritu y de la sabiduría (Post., 78). Igualmente, la
salida de Egipto es «el paso fuera del cuerpo y de las pasiones que sujetan el
espíritu, a la manera de un río impetuoso. La Pascua significa la purificación
del alma» (Spec. Leg., II, 147). Todos estos episodios de la vida de
Moisés simbolizan el proceso de purificación del alma humana que pretende ver
cara a cara a Dios. Hasta entonces ha visto a Dios indirectamente, es decir, a
través de su reflejo en la Creación, de modo que las imágenes generadas en ese
espejo, por muy bellas que puedan parecer, son mudables e inconsistentes porque
están sometidas al tiempo (cambio) y al espacio (formas). La meditación, por
muy sutil que sea, al basarse en la separación sujeto que medita y objeto de
meditación, no puede salir de ese espejo. “El espíritu se representa a Dios
creando el mundo como en un espejo” (Dec., 105).
Pero Moisés aspira a superar este conocimiento
indirecto de Dios (por la meditación) y conocerle cara a cara (la
contemplación):
«No te muestres en el cielo, la tierra o cualquier otra
de las cosas creadas, Dios mío. Porque las imágenes creadas son perecederas,
mas las que están en el increado permanecen eternamente (138)» (Leg.
All., III, 101). De esta manera, al interpretar en clave contemplativa el
episodio de Moisés ante la zarza ardiente, Filón revela al lector las claves
del último paso (el paso sin paso) que precede a la contemplación de Dios. En
efecto, Filón describe un estado contemplativo previo a la “iluminación” o
éxtasis místico que describe como “tinieblas”.
Tal estado acontece después de haber rechazado toda
información venida de las otras cosas y se caracteriza por la singularísima
circunstancia de que no hay nada; ni ideas, ni formas, ni comprensión (139).
Ello requiere inicialmente de una intensa y recta atención (kawwanāh),
es decir, una atención sobre sí mismo (o prestar atención sobre la propia
atención) con total desapego a los objetos externos y «dirigir el corazón al
Padre que está en los cielos» (Talmud, Berakhoth, I, 5b). Filón
reconoce tal estado en el pasaje bíblico de la ascensión del Sinaí en donde
«Moisés penetra en la tiniebla en donde mora Dios; es decir, en las nociones
ocultas y sin forma sobre el Ser» (Post., 14).
Ello se debe a que «Moisés ha contemplado la realidad
sin forma –los divinos oráculos dicen, en efecto, que ha penetrado en la
tiniebla, simbolizando con ello la esencia invisible e incorpórea–, habiéndolo explorado
todo de todas las maneras, trataba de ver el bien único y muy deseable. Pero
como no encontraba nada, ni siquiera una idea que tuviera alguna semejanza con
lo que esperaba, después de haber rechazado toda enseñanza venida de las otras
cosas, buscó la ayuda de aquel mismo a quien buscaba, diciéndole: “Muéstrate a
mí para que te vea claramente”» (Post., 7-8).
Notas:
135 Jean Daniélou, Platonisme et Théologie mystique.
Essai sur
la doctrine spirituelle de saint Grégoire de Nysse, Paris, 1944; A. Spira (ed.),
The Biographical Works of Gregory of Nyssa, Filadelfia, 1984.
136 J. Daniélou, Mystique de la ténèbre chez
Grégoire de Nysse, en Dictionnaire de Spiritualité, II, Paris,
1952-1995, pp.1872.1885.
137 Esta tienda es Cristo, fuerza y sabiduría de
Dios (1 Co 1, 24), que en su propia naturaleza no está hecho por mano de
hombre, pero que permitió ser hecho cuando fue conveniente que su tabernáculo
fuese construido entre nosotros» (San Gregorio de Nisa, Vida de Moisés II,
174).
138 Metáfora utilizada también por san Pablo: «Ahora
vemos en un espejo, mas entonces veremos cara a cara: hoy conozco en parte, mas
entonces conoceré como soy conocido» (I Cor., XIII, 12). Tal argumento será
desarrollado con amplitud siglos más tarde por Nicolás de Cusa.
139 También en esto Filón anticipa las descripciones
del estado de vacío del alma que alcanza su expresión más conocida en la noche
oscura del espíritu de san Juan de la Cruz.
Fuente: Doravâl, E. CHARLAS
PARA MASONES: LOS MÉTODOS DE MEDITACIÓN. NN
Editores. Primera edición: Madrid, 2012 Págs. 237-241
La meditación es un acto en todo mason que deve ser precedido del silencio.
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